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El voto de Yaku Pérez o el voto de Xavier Hervas no es un voto inventado por los jóvenes, millennials, centennials y posmodernismos izquierdistas de nuestra actualidad. Jóvenes, idealismos y causas sociales por disputar ha habido y habrá siempre
El voto de Yaku Pérez y Xavier Hervas no es nuevo. En Ecuador no es ninguna novedad que ambos consiguieran los resultados que consiguieron. Una parte de la opinión pública creyó que el país existe desde las dos victorias en una sola vuelta de Rafael Correa y creyeron que solo existen dos candidatos viables a la presidencia. Por eso otros intentaron imponernos una simulación bipartidista.
Pero ese pronóstico fracasó. Quedaron cuatro finalistas, como siempre había ocurrido en Ecuador antes de Correa y después de sí mismo. El fenómeno arrollador de Rafael Correa ocurre en dos momentos distintos: en 2006 cuando consigue la presidencia en segunda vuelta y cuando se impone en 2009, con el 52%, en una sola vuelta presidencial, apoyado por amplios sectores de la izquierda militante y del populismo. Entre esos apoyos se encontraba el Movimiento de Unidad Pluricultural Pachakutik y el Partido Roldosista Ecuatoriano de Abdalá Bucaram. Con estas fuerzas partidarias, el naciente correísmo se apuntó el liderazgo en el populismo costeño, en el voto indigenista serrano y el voto socialdemócrata en ausencia de la Izquierda Democrática. En total, para las presidenciales de 2017, el aliancismo correísta pudo escalar al 57% de los votos. Luego empezó a caer en las preferencias por su marcado autoritarismo, corrupción, despilfarro y sobreendeudamiento, pero esa es otra historia.
Antes y después de las elecciones de 2009 y 2017 siempre hubo quien ocupara el tercero y cuarto lugar, con similares desempeños electorales que hoy mismo, y sin que esa fuera una sorpresa para nadie.
Con el retorno a la democracia, en las presidenciales de 1978, Raúl Clemente Huerta del Partido Liberal Radical Ecuatoriano, consiguió el 23% de los votos, muy pegado al segundo finalista, Sixto Durán Ballén del Partido Social Cristiano que obtuvo el 24% de los votos. Igual que lo que sucedió con Yaku Pérez.
El voto de centro no es una invención de ayer, ni es una novedad de estas elecciones. Al contrario, la excepción fueron las presidenciales de 2009 y 2017
En las presidenciales de 1992, el novel Abdalá Bucaram del Partido Roldosista Ecuatoriano obtuvo el 22% de los votos, muy cerca de Jaime Nebot del Partido Social Cristiano que consiguió el 25% de los votos. Igual que lo que sucedió con Yaku Pérez. Por entonces también había jóvenes, idealismos y causas sociales por disputar. Había luchas por los derechos humanos, por el acceso a la tierra y por el indigenismo. En la ocasión, Bucaram tenía 40 años. Hoy Pérez tiene 52 años.
En las presidenciales de 1998, Freddy Ehlers del Movimiento de Unidad Pluricultural Pachakutik consiguió el 15% de los votos y el cuarto lugar en la contienda. De igual manera, en las presidenciales de 2002, León Roldós de la Red Ética y Democrática, obtuvo el mismo 15% y el cuarto lugar. Es decir, casi lo mismo que Hervas en la actualidad.
El voto de centro no es una invención de ayer, ni es una novedad de estas elecciones. Al contrario, la excepción fueron las presidenciales de 2009 y 2017. Sin esto, la regla promedia los resultados en las presidenciales desde el retorno a la democracia en 28 puntos para el primer puesto, 23 para el segundo, 18 para el tercero y 13 para el cuarto en una progresión aritmética de 5 puntos entre cada uno. Eso es, más o menos, lo que sucedía antes y es lo que sucede ahora.
Entonces, el voto de Yaku Pérez o el voto de Xavier Hervas no es un voto inventado por los jóvenes, millennials, centennials y posmodernismos izquierdistas de nuestra actualidad. Jóvenes, idealismos y causas sociales por disputar ha habido y habrá siempre en cualquier lugar del espectro de las ideologías y opciones electorales. Cualquier simplificación al respecto destruye el acceso a la comprensión de esta diversidad.
El voto de centro no es una invención de ayer, ni es una novedad de estas elecciones
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