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Las últimas elecciones presidenciales de 2021 en Ecuador expresaron 5 tipos de votantes: los populistas autoritarios, los conservadores, los indigenistas, los socialdemócratas y los electores por amistad
Las últimas elecciones presidenciales de 2021 en Ecuador expresaron 5 tipos de votantes: los populistas autoritarios, los conservadores, los indigenistas, los socialdemócratas y los electores por amistad.
Los populistas autoritarios apuestan por el retorno del caudillismo violento, expresan el 32.7% de electores, y confiaron su voto a Andrés Arauz. Este es el momento de caída más estrepitosa de este tipo de voto desde que en el 2013 consiguieran el 57% de los votos, lo que ratifica la forma acampanada de su trayectoria, lo que se denomina estadísticamente como distribución normal. Los tres aliancismos que se instalaron en el poder, es decir, los dos correísmos y el actual morenismo, siguieron un camino de aparición, auge y actual caída, que empezó en el 2006 con el 23% en las presidenciales, en 2009 el 52%, en 2013 el 57%, en 2017 el 39%, en 2021 el 33%, consolidándose en el entorno del 30% del voto populista histórico.
Los conservadores apuestan por el cambio de gobierno, expresan actualmente el 19.7% de los electores y confiaron su voto a Guillermo Lasso. Para los conservadores también es el momento de más bajos rendimientos electorales después de obtener 28 puntos en el 2017. Para repuntar, el candidato del espectro conservador tiene el desafío de acercarse al voto centrista de la izquierda moderada, convencer a los electores jóvenes, fortalecer su estrategia de movilización territorial y ofrecer la instalación de un gobierno de coalición. Esto le permitiría remontar los 13 puntos de distancia con su adversario.
El voto indigenista apuesta por un liderazgo ecologista, inclusivo, feminista y posmoderno. Expresó el 19.4% de los electores y confió su voto a Yaku Pérez. Esta vez consiguió resultados históricos tras recuperar su base de apoyo electoral, que en el pasado fuera absorbido por los hermanos Lucio y Gilmar Gutiérrez, militares progresistas convertidos al neoliberalismo durante el fallido gobierno del primero, y por Rafael Correa que se apropiara del voto indigenista tras instalar un régimen autoritario. Con los actuales resultados electorales, este voto regresó al partido considerado indigenista por antonomasia, a la Unidad Pluricultural Pachakutik después de las masivas protestas populares de octubre de 2019. El voto indigenista no es el voto indígena. Aunque lo contiene, son dos cosas distintas.
Los conservadores apuestan por el cambio de gobierno, expresan actualmente el 19.7% de los electores y confiaron su voto a Guillermo Lasso
El voto socialdemócrata responde a la recuperación de la Izquierda Democrática, reinscrita en 2015, que captó el interés del electorado juvenil, de clase media, universitario, informado, colectivista, identitario y también posmoderno. Confió su voto a Xavier Hervas, un joven y experimentado empresario que no tuvo ningún antecedente en la política electoral o partidaria. Hervas consiguió el 15.7% de los votos que corresponde a la histórica tercera fuerza de izquierda entre las cuatro que captan la cúspide de los votos.
El voto amical es el que corresponde a los demás presidenciables. Se trata de la preferencia en la elección por un candidato a quien en quien se confía por amistad o admiración cercana e incluso despolitizada. En las últimas presidenciales de 2021 se sumó en este segmento el 12.6% y se distribuyó escalonadamente entre 14 candidatos, a un promedio de 0.9 puntos para cada uno. Corresponde a los candidatos apoyados por partidos políticos de papel, sin estructura militante, sin recursos económicos suficientes y sin la capacidad de propagar territorialmente su mensaje, y de convencer a más votantes que a sus propios amigos y admiradores. En la lista se encuentran estupendos candidatos como líderes pastorales, profesores universitarios, analistas de opinión, incluso otrora exmandatarios. Sus posibilidades son bajas porque carecen del apoyo de partidos políticos de alcance e infraestructura nacional y porque sus bases migraron a organizaciones que les ofrezcan mayores oportunidades de participación.
Hoy la disputa por la presidencia está en dos extremos políticos: el populismo autoritario y el conservadurismo. Ambos tienen el desafío de acercarse al voto moderado, joven e informado, y para esto tendrán que renunciar a sus posiciones más radicales en las materias que conciernen al centro del espectro político.
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