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¿Qué pasaría si el partido político del primer mandatario violenta el candado constitucional que prohíbe una segunda reelección, el presidente Correa participa en el 2017 y gana las elecciones con el 40% de aprobación que le atribuye CEDATOS?
Putsch es un término de origen alemán que se traduce como golpe de estado. ‘Selfputch’ es un anglicismo que usa ésta expresión germana para bautizar aquella variante de golpe de estado en la que el líder de una nación, a pesar de haber llegado al poder a través de medios legales, disuelve los demás poderes para asumir ilegalmente poderes extraordinarios.
El selfputch es, entonces, un auto golpe de estado. Pakistán, Nigeria o Egipto, durante los últimos ocho años, fueron escenarios de disolución de poderes y autogolpes de estado en esos países, precisamente calificados cómo regímenes híbridos. Se llama de esta forma a las democracias iliberales, democraduras o autoritarismos con elecciones. En América Latina, varios son los países que han sido calificados con esta etiqueta. Actualmente, en la lista están Venezuela, Nicaragua o Cuba que son los países cuestionados por las organizaciones de defensa de los derechos civiles y humanos, y en donde además opera la reelección presidencial indefinida.
Perú es para nosotros el caso más cercano de auto golpe de estado. En 1992 el presidente Alberto Fujimori disolvió el Congreso peruano e intervino el Poder Judicial, con apoyo de las Fuerzas Armadas y el respaldo del 82% de los peruanos, según la encuestadora IPSOS.
Fujimori, un líder nacionalista y carismático de gran aceptación popular, sembró en cada uno de sus discursos la urgencia de aplicar una medida como ésta, frente a un poder legislativo desgastado en su credibilidad. Según la misma encuestadora, 8 de cada 10 peruanos desaprobaban al Congreso.
Ahora parecen más obvias las razones para repetir insistentemente sus teorías del golpe de estado
Antes del autogolpe, el presidente peruano bombardeo al público con propaganda política y especialmente el discurso ante el Congreso por las fiestas de independencia del 28 de julio, en dos ocasiones consecutivas, estuvo dirigido a posicionar la defensa de lo logrado, la confrontación con los críticos, y la necesidad de su liderazgo mesiánico.
El domingo 5 de abril de 1992 el presidente peruano Alberto Fujimori decretó la disolución constitucional de la Cámara de Diputados bajo la figura de la censura a tres Consejos de Ministros, establecida en Constitución peruana de 1979.
La disposición peruana es similar a la ‘muerte cruzada’ de Ecuador. El presidente ecuatoriano puede disolver la Asamblea Nacional en caso de obstaculización del Plan Nacional de Desarrollo que es elaborado por él mismo. Con 100 de 137 asambleístas, hoy es impensable que eso suceda. Pero ¿qué pasaría si el partido político del primer mandatario violenta el candado constitucional que prohíbe una segunda reelección, el presidente Correa participa en el 2017 y gana las elecciones con el 40% de aprobación que le atribuye CEDATOS? Seguramente se encontrara con un gobierno de minoría porque, en este momento, 6 de cada 10 ecuatorianos desaprueba a la Asamblea Nacional, según la misma encuestadora.
Frente al riesgo de enfrentarse a un centenar de asambleístas fiscalizadores, ahora parecen más obvias las razones para repetir insistentemente sus teorías del golpe de estado. También por eso es tan apremiante someter la reelección presidencial a consulta popular.
La disposición peruana para disolver el Poder Legislativo es similar a la ‘muerte cruzada’ de Ecuador