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Los máximos dirigentes indígenas fueron procesados penalmente
El máximo jerarca de la Conaie, Marlon Santi, está en medio de una peligrosa indagación penal por haber tenido parte, junto a Delfín Tenesaca de la Ecuarunari, en la supuesta comisión de graves delitos políticos, entre ellos, los delitos de sedición, terrorismo y sabotaje.
¿Qué hizo Santi para ser objeto de tan duras imputaciones penales?.
Puso nervioso al Comandante Chávez en el Coliseo de Otavalo, obligándole a que se multipliquen sus cordones de seguridad personal. Nunca había estado encerrado en un coliseo, a escasos cien kilómetros de la frontera con Colombia, con los nervios de punta.
Al pedirle a Evo que lo reciba, Santi produjo roces en el trío presidencial. El Comandante y el Presidente ecuatoriano le advirtieron a Evo que debía mantenerse dentro del Coliseo a fin de no legitimar a los indígenas enemigos de la revolución bolivariana.
Hizo correr a la policía montada y rompió varias veces el cerco policial del Coliseo de Otavalo. Con unas pintorescas lanzas puso en aprietos a las fuerzas policiales. El y sus acompañantes estuvieron desarmados. Sus únicas armas fueron la valentía y el resentimiento.
Caminó desde la amazonía hasta Otavalo en compañía de un centenar de valientes indígenas que desafiaron el frío y el hambre. Tan ordenada fue su marcha que ni siquiera interrumpió el tráfico, como pudieron atestiguar los uniformados que le escoltaron en patrulleros.
Todos sus actos fueron públicos e, inclusive, televisados. No actuó en la oscuridad ni en la clandestinidad.
En sus reclamos siempre invocó la Constitución y las prácticas democráticas. No llamó a levantarse en armas. Fue bastante cauto.
A evo no le permitieron reunirse con los indígenas ecuatorianos
Y lo más interesante, ejerció, entre otros derechos constitucionales, el derecho a la resistencia consagrado en la Constitución de Montecristi, cuyo Art. 98 prescribe que los individuos y los colectivos pueden ejercer el derecho no solamente a la simple protesta sino a la verdadera resistencia civil frente al poder público por vulneraciones efectivas o posibles afectaciones a los derechos constitucionales.
Objetivamente, ante la ausencia de elementos que configuren los tipos penales de los delitos por los que se indaga a Santi, sería un exceso procesal que se le acusara penalmente. Por principio, no se puede procesar penalmente a quien ejerce un derecho constitucional.
En el campo estrictamente jurídico Santi no corre ningún riesgo, a menos que su caso diera un giro inesperado.
El banquillo de los acusados es, en ocasiones, una gran oportunidad para sacar a la luz pública verdades ocultas y, sobre todo, para victimizarse. Y Santi lo sabe. En la Audiencia en la Fiscalía, con un gran despliegue publicitario, se convirtió en víctima del Régimen y llamó a los suyos para que cierren filas en la lucha contra el Gobierno.
El Fragmentado y debilitado movimiento indígena de hace dos semanas, cambió de rostro con las recientes acciones de Santi y de Tenesaca. Para empezar, fue significativo el impacto mediático que tuvo, a nivel nacional e internacional, la protesta de Otavalo. Para culminar, el proceso penal desarrollado en contra de los dos dirigentes provocó adhesiones de la más diversa índole.
Todo parecería indicar que el movimiento indígena, neutralizado y cooptado durante los tres últimos años, ha vuelto a renacer lejos de la sombra gubernamental.
¿Podrá, bajo el liderazgo de Santi y Tenesaca, recuperar el liderazgo y la fuerza que tuvo antes del advenimiento de los revolucionarios ciudadanos?. Hasta ahora le ha ido bien, con tres circunstancias a su favor, la Ley de Aguas, el cónclave de Otavalo y la reciente indagación penal.
En el banquillo de los acusados Santi solamente tiene dos caminos: relegitimar al movimiento indígena en la lucha opositora o terminar de hundirlo.