Ronnie Nader es el fundador de la Agencia Espacial Ecuatoriana. También tienen una empresa fantasma en Panamá.

Haciendo una breve búsqueda en el internet no se encuentran mayores logros en la trayectoria de quien se hace llamar astronauta. Graduado como ingeniero en una Universidad guayaquileña, hizo unos pocos meses de experiencia en un instituto ruso que enseña a nivel amateur los principios de la usencia de gravedad. Nader jamás ha pertenecido a una agencia espacial seria ni ha hecho entrenamiento militar en Rusia ni aeroespacial en los Estados Unidos. No tiene rangos militares ni diplomas de aptitud en estas áreas.

Con estos conocimientos recibió el apoyo del gobierno del presidente Correa para que ponga en órbita un satélite doméstico. Lo mismo ha hecho otros laboratorios estudiantiles estadounidenses como experimentos de clase. La experiencia que le costó decenas de miles de dólares al Ecuador fue presentada con rimbombancia como un gran avance de la ciencia ecuatoriana.

No es lo uno ni lo otro. La investigación científica camina en otra dirección en Ecuador. Los verdaderos científicos tienen su interés en otras áreas del conocimiento en los que se incluyen la biología, la zoología o la robótica. El espacio sideral no tiene interesados porque no se trata de un juego de niños. Nader, un niño grande, juega a ser científico.

La pérdida del satélite de juguete por colisión convirtio al artefacto en otro objeto inservible volando por ahí. Sí, el juguete de Nader pasó a formar parte de la abundante basura galáctica que da vueltas al rededor de la orbita terráquea.

Ronnie Nader es el fundador de la Agencia Espacial Ecuatoriana. También tienen una empresa fantasma en Panamá

Por supuesto, nadie le dio importancia y ahí quedó el tema.

En estos días, un grupo de ciudadanos fue a clausurar el experimento de Nader. Etiquetaron con un letrero que clausura simbólicamente a todas las instituciones por inútiles en un momento de crisis económica.

La agencia de Nader fue confundida con el Instituto Ecuatoriano Espacial, que tampoco nadie sabe para qué sirve. Sin embargo este aspirante a astronauta, disfrazado de auténtico navegante espacial sin haber abandonado la órbita terráquea jamás en su vida, responde con insultos y acusaciones.

Se trata de un improvisado. Es suficiente con revisar la cuenta de su agencia en Twitter, seguramente gestionada por él mismo, para encontrar acusaciones de traición, perjurio, alevosía y otros insultos a quienes pongan en duda su “trabajo”.

No es más que un correísta como todos esos. Que disfrutó de la bonanza petrolera, de un novato disfrazado de experto y de un charlatán arrogante que insulta a todo aquel que ponga en duda su fantasía ridícula. Como todo correísta, cree que hace bien lo que está destinado al fracaso.  

Los verdaderos científicos tienen su interés en otras áreas del conocimiento

@ghidalgoandrade