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La esperanza que la democracia se recuperase, se malogró como consecuencia de la censurable actitud del PSOE, que contraviniendo la mas natural de las alianzas decidió a través de un ilícito electoral, entregar la confianza otorgada por sus votantes a la defensa de intereses espurios
Tras el fracaso en la conformación de Gobierno, es perceptible que la mayoría de los partidos políticos del arco parlamentario, salvo excepciones, sirven de forma abrumadora a las élites económicas en detrimento de la ciudadanía de a pie, y tal circunstancia, presupone un decomiso del normal funcionamiento democrático, cuyo impacto repercute de forma abrumadora en aspectos económicos y de justicia social, rotundos motivos que por su grave repercusión exigen de inmediato dar un vuelco al escenario político como única corrección.
Poniendo en marcha al efecto, medidas paliativas ante la creciente desafección democrática, con la orientación puesta en mudar la relación de derechos y obligaciones entre los electores y sus representantes como fórmula de revertir la situación y lograr con ello un cambio en la actual dinámica electoral; de tal modo que institucionalmente, en la gobernabilidad del país prime el bienestar de la mayoría sobre las ventajas de una minoría acaudalada, como remedio de erradicación del insano clima de aversión política que produce la falta de confianza institucional.
Las leyes y normativas aplicadas en las tres últimas década son expresivas del incremento exponencial de las desigualdades en el seno del país, de ahí que en lo sucesivo, por lo contraproducente de sus efectos no sea conveniente que sigan dirigiendo el país gobiernos de continuidad, para evitar así que los intereses de las élites económicas y financieras marquen la acción de gobierno y la agenda política. Debiendo recaer tal responsabilidad en equipos exentos de toda influencia del poder económico, que por valentía y capacidad de gestión, sean quien de encarar un cambio político atendiendo a la voz de la mayoría social y afrontar de manera decidida actuaciones claras y contundentes contra la desigualdad y la corrupción creciente que inocula una tensión insoportable en el conjunto de la sociedad.
En tanto no se asuma desde una perspectiva electoral esta premisa, seguiremos siendo rehenes de la estulticia y la supervivencia de un sistema tutelado desde el neoliberalismo, que a pesar de no ser la solución de nada, es defendido por sus instigadores al solo efecto de impedir que prosperen los cambios necesarios para así dificultar toda mudanza en el funcionamiento de los poderes públicos y el normal ejercicio del Estado de Derecho
Un absurdo intento de no querer asumir el fracaso de un modelo político y económico inservible que a pesar de su limitación, los atrapados en el laberinto de su propia crisis financiera, no dudan en seguir validando e imponiendo su vigencia como demuestra el implícito del pacto de gobierno formalizado en primera instancia por Ciudadanos y el PSOE y abierto en su espíritu extensivo a las tesis económicas del PP, no siendo de extrañar por tanto las muestras de indolencia y la enojo creciente de un amplio sector del electorado ante la actitud frustrante de quienes ahora proceden opuestamente a cuando en elecciones con distinto mensaje adquirieran la condición de teóricos representantes de la ciudadanía.
No existe mas solución a efecto electoral, que decantarse políticamente por rescatar la democracia para su posterior reconstrucción
Siendo por eso que después de esta fracasada y efímera legislatura, nada bueno le puede deparar al electorado la celebración de los nuevos comicios, si los electores no son capaces de reconducir el sentido de su voto y siguen dejándose embelesar por el doble lenguaje de esas organizaciones políticas que además de embalsamar la crisis no dudan en utilizar el fraude democrático como norma de conducta, al solo objeto, de tirar rendimiento electoral para su posterior capitalización en defensa de intereses bastardos.
No existiendo por tanto mas referente de fiabilidad a efectos electorales que la de quien opta políticamente por rescatar la democracia para su posterior reconstrucción, pues supuesto contrario, entregando la confianza a la seducción del neoliberalismo, no cabe la menor duda que haremos de la incertidumbre la dueña de nuestro destino.
A pesar de su fracaso, la investidura viene a refrendar que cara a las elecciones en ciernes el autoproclamado triunvirato constitucionalista, PP-PSOE y Ciudadanos, después de la patente derechización de los socialistas, conforman en su conjunto un conglomerado de afinidad con el denominador común del neoliberalismo como referente y la compartida conformidad de plegarse a las exigencias de los mercados como sistema, sin que la fingida disparidad entre sus miembros a efectos electorales presuponga desavenencias insalvables para consolidar, esta vez sin vuelta atrás, la "gran coalición postelectoral" que con toda naturalidad promulgan desde su uniformidad ejecutiva.
Ello hace que los electores ante los nuevos comicios hayan de calibrar su tendencia a la hora de emitir su voto, decantándose por los defensores a ultranzas del neoliberalismo, o optando alternativamente por el frente electoral que patrocinado por Podemos debe agrupar en su foro a la totalidad de las fuerzas de izquierda real, polarizando el progresismo electoral y la vanguardia política.
Debiendo ser conscientes, que de no saber ganar esa batalla la guerra estará perdida.