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Queremos más uniformados valientes como el Capitán Gallo y menos ministros Ponces que se creen dueños del país por haber ganado en las urnas lo que una nación entera ha perdido en nueve años de prepotencia
El terremoto consiguió un milagro de los ecuatorianos. Emergió de nuestro ser la sensibilidad, la unidad y el afecto de hermanos. También floreció el compañerismo en medio de todas las diferencias. La tragedia consiguió que creamos en una nueva patria con más ecuatorianos y con menos desquiciados por el poder.
La catástrofe alumbró el nuevo Ecuador, el país que todos queremos. Pero también marcó el territorio del lugar al que no queremos volver. Queremos un país más nuestro y no queremos un país secuestrado por los egos. Queremos un país con más sociedad civil, libre, vibrante, autónoma y menos estado obeso. ¿Cómo conseguirlo?
Debemos tener claro que desde hoy queremos más rescatistas, voluntarios y donativos anónimos que bañan de orgullo este noble suelo que será recordado para siempre como una patria de gente buena y generosa.
Queremos más voluntad y voluntarios que llevan confianza a todos los rincones de la catástrofe. Queremos más voces y manos incógnitas, ayudando a reconstruir este hermoso país. Queremos más Karlas Morales y su ejército de voluntarios. Y queremos menos Pamelas Aguirres que buscan quedarse para siempre en el poder o ganar un espacio en una miserable papeleta electoral.
Queremos ningún vivaracho etiquetando con propaganda política las donaciones ajenas, ningún desalmado que hurgue otra vez las donaciones para quedárselas; queremos menos sinvergüenzas convirtiendo el luto nacional en su momento de fama para aparecer ante las cámaras de televisión y fingir que hacen algo por los otros.
Queremos más militares, policías y bomberos valientes que no se desaniman, que no pierden la fe, que no renuncian a la esperanza de encontrar más sobrevivientes debajo de los escombros y que, en medio de todas estas dificultades, defienden con honor el uniforme que la patria les ha confiado, que hasta responden con un trompón a los prepotentes y miserables que se creen dueños del país por haber ganado en las urnas lo que una nación entera ha perdido en nueve años de estupidez. Queremos más uniformados valientes como el Capitán Gallo y menos ministros Ponces, gritones, respondones y altaneros.
Queremos más presos que se entregan a la justicia después de escapar. Hay uno que logró huir de su encierro en medio del terremoto solo para visitar a su familia y ver si estaban bien. Necesitamos más gente como ésta, más gente buena y honorable, más encarcelados convertidos en carpinteros, ebanistas y madereros que construyeron cajas para los donativos, paredes y techos para los albergues que hoy son el hogar de muchos damnificados. Queremos manos así para construir la nueva patria.
Nos queda claro que queremos más gente buena y menos funcionarios ociosos. Queremos menos Elhers engordando un estado ineficiente, que se ganan la vida midiendo la felicidad de otros mientras dicen que hacen yoga. Queremos menos de estos que no saben lo que es empuñar una pala, sudar bajo el ardiente sol de la costa ecuatoriana, que no saben lo que es sufrir una tragedia como ésta y que ignoran qué es colaborar en medio del dolor de otros.
Queremos más gente comprometida y menos insultadores pagados por el gobierno
Queremos más chefs convertidos en las manos que alimentan a todo un pueblo con hambre de justicia y sed de gloria. Queremos gente así que consigue el milagro de multiplicar los panes y peces para dar de comer a miles, que sirven en un plato caliente el cultivo sazonado de la solidaridad, el compañerismo y el coraje. Queremos más manos que alimentan y menos voces que insultan, que agreden y que indignan.
Queremos más manos que alimentan el alma y queremos menos Vinicios Alvarados que se creen los héroes de una tragedia de televisión, que piensan que todo es propaganda para sí mismos, aun con los méritos ajenos. Que se tiran flores hurtadas, que hacen el ridículo por eso, que dicen que gestionan apoyos conseguidos por otros, que no tienen vergüenza al atribuirse las virtudes de alguien más, ni la hombría de reconocer este error en contra de la verdad.
Queremos más pobres que se hicieron ricos de alma, que compartieron hasta lo que no tienen por dar de comer y de vestir al vecino desamparado. Queremos más de ese amor espontáneo de la sociedad civil y queremos menos del resentimiento político de quienes gobiernan. Queremos más gente buena como esta en nuestra nueva patria, compartiendo lo suyo y viviendo la auténtica solidaridad social.
Queremos más de estos ricos de espíritu y menos Lenin Morenos, que solamente piensan en cómo conseguir sentarse en el sillón presidencial. Que en medio de sus lujos y comodidades pagados con el dinero de todos no pensaron ni un momento en renunciar a sus lujos en Ginebra, en venir a asistir a los hermanos ecuatorianos que perdieron todo. Que su aporte se limita a dar órdenes por los medios de comunicación y a asumir una posición de cómoda holgura, fingiendo tristeza desde sus despachos fastuosos, pagados con nuestros impuestos.
Queremos más periodistas en las redes sociales, de esos que sin ser profesionales, sin pertenecer a ningún medio de comunicación, buscaron la información, la compartieron, la difundieron, para contar la historia, para sensibilizar a otros sobre los detalles de la tragedia, para que todos se sacudieran del susto y salieran al rescate de sus hermanos de la patria.
Queremos más comunicadores profesionales que no sientan temor al ejercer su profesión, que nos cuenten la verdad, que no se ganen sus honorarios agradando a los políticos y a los poderosos. Queremos gente entregada a su profesión, que no conviertan su oficio en una pantomima, que no se sientan tan importantes como los protagonistas de los hechos, que no se retraten con la tragedia para simular que estuvieron ahí o para contarnos indelicadamente que fueron de turistas. Queremos informadores inteligentes e independientes, no queremos reproductores de la propagada del poder.
Queremos más gente comprometida y menos insultadores pagados por el gobierno, que acosan a todos los que no piensan igual a ellos, que llevan el pan a su mesa cumpliendo la indigna función de infamar a quienes se rebelan ante las mentiras impuestas por un gobierno indolente.
Queremos más información, más noticias positivas, más aliento y menos burócratas, acosadores y clientes de la prepotencia. Queremos más organización, más libertad, más autonomía. Queremos más sociedad civil y menos Paolas Pabones, que se pavonean con un título que no ostentan. Se presentan como ministras siendo secretarias. Dan órdenes a militares y policías sin tener ningún rango, que menosprecian la colaboración de las organizaciones independientes del estado porque no se somente ni forman parte de su partido político. Estas Pabones gritan y entorpecen lo que se hace bien, buscando llevarse los laureles de lo que ya está hecho. Queremos menos confiscadores de la libertad. Queremos más gente libre.
Nos queda claro que queremos más gente buena y menos funcionarios ociosos
Queremos más sociedad civil, más iniciativa colectiva, más gente actuando y queremos menos estado obeso, menos prepotencia, menos arrogancia.