¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Redacción Política escriba una noticia?
Doce víctimas del conflicto armado colombiano, entre ellos una periodista que fue secuestrada y violada por paramilitares, entregaron este domingo sus dramáticos testimonios a delegados del gobierno y de las FARC en Cuba, a quienes exhortaron a dialogar hasta alcanzar la paz.
"Es muy difícil llegar a expresar este dolor, es muy difícil tener que recordar todo el tema de la violencia sexual", dijo a la prensa la periodista Jineth Bedoya, tras relatar a los negociadores del gobierno y de la guerrilla comunista la pesadilla que vivió en 2000 al ser secuestrada, torturada y violada por paramilitares de ultraderecha.
"Estar en La Habana es una oportunidad histórica no solo para hablar de mi dolor, sino para reconstruir al país", indicó Bedoya, agregando que "regreso a Colombia con una carga menos como víctima" del conflicto armado de medio siglo.
La periodista expresó que "un proceso de negociación no es fácil y más en un país como Colombia, con tantas heridas", y afirmó que por entregar su testimonio en La Habana "tal vez nos van a esperar muchas críticas" en su país.
"Nos miramos y reconocemos como sobrevivientes del conflicto armado colombiano", dijo por su parte Juan Carlos Villamizar, quien tuvo que marcharse de Colombia hace 12 años tras recibir amenazas de muerte de paramilitares.
Las víctimas pidieron a los negociadores que no descansen hasta alcanzar la paz.
"Algunos sectores no están de acuerdo con este proceso de paz", dijo Bedoya, quien exhortó a los negociadores a "que no se levanten de la mesa" de diálogo de La Habana hasta lograr la paz.
- Silla vacía para guerrillero preso -
También relató su experiencia un exparamilitar reclutado de niño en esta sesión, que se desarrolló durante casi ocho horas en el centro de convenciones de "El Laguito" de la capital cubana.
En esta sesión a puertas cerradas los negociadores de ambas partes también vieron un video con el testimonio del guerrillero de las FARC Tulio Murillo, quien no pudo viajar desde Colombia a Cuba con las otras 11 víctimas porque está preso.
"Somos una delegación de 12, no de 11", afirmó Villamizar durante la rueda de prensa, en la que simbólicamente había una silla vacía en la testera con el nombre de Murillo, junto a las otras víctimas.
También escucharon estos dramáticos testimonios diplomáticos de Noruega y Cuba -países "garantes" del proceso de paz para Colombia iniciado hace dos años- y de Chile y Venezuela -que son "acompañantes"-.
Este es el cuarto de cinco grupos de víctimas que viajan a dar sus testimonios a Cuba, cada uno de 12 personas, con el fin de que sus vivencias sean consideradas por los negociadores en la reparación a las víctimas, tema actualmente en discusión.
En las anteriores visitas de las víctimas a La Habana, éstas han llamado a la "reconciliación", pero han insistido en que debe haber "verdad" y "reparación", tras un conflicto que ha dejado 220.000 muertos y 5, 3 millones de desplazados.
También relató su experiencia Alberto Tarrache, quien fue reclutado por las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) cuando tenía apenas 13 años y se vio forzado a permanecer en ese grupo paramilitar durante cuatro años.
Las AUC se desmovilizaron durante el gobierno del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), quien ahora es uno de los más duros críticos del proceso de paz con las FARC emprendido por su sucesor, el presidente Juan Manuel Santos.
La ONU, la Universidad Nacional y la Conferencia Episcopal de Colombia fueron los encargados de organizar la delegación de víctimas.
Este grupo entregó su testimonio tres días después de que las FARC admitieran por primera vez que sus acciones armadas han afectado a la población civil colombiana -y no sólo a las fuerzas militares- y se declarara dispuesta a asumir su responsabilidad con las víctimas.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) son la mayor guerrilla de ese país, con unos 8.000 combatientes.
Hasta ahora las FARC y el gobierno han consensuado tres puntos de la agenda: reforma rural, participación política y drogas ilícitas.
Quedan pendientes, además de reparación a las víctimas, el desarme y el mecanismo para refrendar un eventual acuerdo de paz.