No, nos rasguemos las vestiduras, pero todo lo que mueve el mundo escort también se ha visto inmerso de lleno en un parón del que nunca sabremos cuando acabará. Y es que por si fuera poco para las trabajadoras sexuales, también España quiere ser pionera en la ilegalización de la prostitución en todas sus vertientes.

Los argumentos no nos convencen a todos ni a todas. Podemos crear un mundo paralelo donde las mafias se lucrarán y la explotación sexual subirá exponencialmente. 

Las premisas de esta propuesta de ley, es altamente sórdida. Acabar con la trata de mujeres y la explotación sexual. Bien. ¿Saben sus señorías cual es el porcentaje de chicas de países del este, África, Sudamérica que son esclavizadas anualmente en nuestro país? Pues demasiadas, con que haya una, ya es demasiado. ¿Pero saben cuantas mujeres sacan adelante a sus familias ejerciendo la prostitución libremente? O ¿Cuántas universitarias españolas ejercen como escorts para pagarse sus estudios?.

En su propia decisión. No la que más les gusta, no la más conveniente para ellas, pero lamentablemente la única que les queda.

No basta con demonizar a clientes y a chicas de compañía. Sólo sería necesario tomar el máximo de medidas para que la prostitución, bien sea callejera o de alto standing.

En nuestro país, uno de cada tres hombres reconoce haber tenido relaciones con escorts. Lo único que cambia es que no es lo mismo un piso o club, donde viven en condiciones lamentables, que una agencia de escorts que tan sólo se desplazan a hoteles o domicilios.

Prohibir el sexo de pago creará mafias

Ninguna lo hacen por obligación, por lo que tomar decisiones salomónicas es del todo injusto.

Decir en su defensa que no sólo ofrecen servicios sexuales, sino también compañía. Un servicio que tiene miles de adeptos. Hombres que se sienten solos y encuentran en las escorts de lujo a chicas educadas con las que hablar. También salir a cenar, ir al cine, o pasear.

¿Esto es también prostitución?

No nos volvamos locos. Ni las dos guerras mundiales, ni las crisis económicas, ni su persecución en tiempos pasados han acabado con el sexo de pago.

Prohibirlo persiguiendo a los clientes, no ha funcionado en otros países. Además, se trata de un pacto entre dos personas que no hacen daño a nadie. Todo está claro. Al tiempo se le pone una hora que ellas consideren y ellos lo aceptan sin más. ¿Hay algo más transparente que esto?

Parece que queremos ser pioneros en el mundo en controlar del todo el oficio más antiguo del mundo. Pero si ellas hablaran, que por supuesto no se atreven, citarían a más de un nombre de los ilustres diputados y senadores que nos representan en ambas cámaras parlamentarias.

¿Cuantas mujeres alimentan a sus familias ejerciendo la prostitución?

Menos hipocresía, por favor. Y un poco de raciocinio a la hora de intentar abolir una conducta que, nos guste o no, convive a diario en nuestra sociedad.

Carla Mila

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