Aunque, por fortuna, la afluencia de turistas no nos permita verlo todavía, corremos el riesgo de acabar con el caso histórico. Y sin un centro monumental vivo, dinámico, cuidado y atrayente, Salamanca dejaría de ser tal.

En otros pagos son los comerciantes de la zona los primeros implicados en esa salvación medioambiental. Ocurre en grandes ciudades, como Valencia o Sevilla y en otras más asimilables a la nuestra, como Santiago u Oviedo. Ellos saben que la supervivencia de sus negocios y hasta de sí mismos está ligada a la de su entorno urbano y lo defienden con uñas y dientes: se asocian, crean promociones imaginativas, buscan la fidelidad de unos clientes tradicionales atraídos hoy día por el señuelo de los grandes almacenes... Aquí, en cambio, por abulia, costumbre, resignación o lo que sea, a nuestros detallistas parece repatearles el asociacionismo y hasta rascarse el bolsillo para poder recuperar luego más de lo que han invertido.

Pero no nos metamos demasiado con el pequeño comercio, que bastante tiene el pobre con enfrentarse sin red a la crisis económica —a diferencia de otros sectores como la banca o el automóvil, por ejemplo—, a los privilegios urbanísticos y de otro tipo que disfrutan las grandes superficies y a la incuria municipal.

Precisamente, el desinterés de las autoridades por lo que le pase al comercio tradicional es lo que ha llevado al ocaso a muchas poblaciones, ya que el cierre sucesivo de pequeños negocios produce la paulatina degradación, menoscabo y ruina de su entorno ambiental.

¿Queremos que nos pase aquí como a algunas ciudades de Estados Unidos, cuyo centro urbano sólo es el hábitat de la marginación, la suciedad y el crimen? Sin ir tan lejos, ¿queremos convertir en el futuro a nuestro casco histórico en un barrio conflictivo como el Raval barcelonés, el valenciano Velluters o el bilbaíno San Francisco?

Claro que queda un abismo para que tal cosa llegue a suceder, pero si no protegemos desde ya al pequeño comercio como a ciertas especies cinegéticas, un mal día acabaremos, por fin, con nuestro centro histórico.