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Clemente yerovi fue un presidente que no quiso más poder a diferencia del actual
Entre marzo y noviembre de 1996 gobernó, el País, Clemente Yerovi, personaje guayaquileño designado por los “Notables” que lideraron el derrocamiento de los dictadores militares.
Fue un dictador civil que ocupó la Presidencia sin que lo haya elegido el pueblo. A pesar de haber tenido “todos” los poderes, decidió utilizar solamente los que necesitaba para que el Ecuador retornara a la democracia y las finanzas públicas fueran saneadas.
Es el único Presidente ecuatoriano que, en lugar de acumular poderes, optó por ejercer el cargo con menos poderes de los que recibió. Convocó a la Asamblea Constituyente de 1966 y permaneció en la Presidencia hasta que ésta eligió a Otto Arosemena como nuevo Presidente del Ecuador.
No quiso ni calculó quedarse un día más. Se fue cuando tenía que irse, como ocurrió, en forma similar, con uno de los más ilustres y notables alcaldes ambateños, quien, dando ejemplo del más alto civismo y desprendimiento personal, retornó a la vida ciudadana el día en que cumplió el mandato popular, sabiendo que podía permanecer en el cargo algunos años más.
Son cosa del pasado los personajes políticos nacionales y locales de esa estirpe cívica y señorial.
Yerovi fue un dictador civil más tolerante que cualquier Presidente democrático. Liberó a todos los presos políticos de la dictadura. No persiguió a ningún político opositor. Jamás protestó por el comentario adverso de algún periodista.
Muchas veces se movilizaba por la Capital en su propio vehículo, condiciéndolo él mismo, sin guardias ni guardaespaldas, a pesar de las duras medidas económicas que impuso a los ecuatorianos para restablecer el orden de las finanzas públicas.
El presidente tomará el control de la función judicial por 18 meses con una comisión temporal
Era respetado por la ciudadanía y por los líderes políticos de todas las tendencias, especialmente por sus vastos conocimientos de la economía nacional, su acrisolado desempeño anterior en el Ministerio de Finanzas y en la diplomacia y, sobre todo, por su nulo afán de figurar, acumular poder y perpetuarse en el cargo.
En una época en que los dignatarios no se satisfacen con reelegirse indefinidamente sino que, además, buscan acumular más poderes, ¿sirve de algo el recuerdo de Clemente Yerovi?.
La inclinación del que tiene poder, especialmente político y económico, es a tener más poder. Pocos son los ejemplos de los gobernantes y acaudalados que, teniendo poder, busquen lo contrario, esto es, perder influencia, disfrutar del anonimato y abrir las puertas del poder a otros.
Con la Consulta Popular, ¿acumulará o perderá poder el Presidente?. Esta y no otra es la pregunta central de la Consulta.
De las recientes experiencias de Libia y Egipto se debe extraer una lección: no es saludable que los gobernantes se reelijan indefinidamente y que acumulen todos los poderes en sí mismos.
Lord Acton, el célebre pensador inglés, decía que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.
El dictador Chávez tiene todo el control político. Manda sobre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. ¿Cómo se encuentra Venezuela?. En medio de una potencial guerra civil, con políticos presos, periodistas perseguidos, con delincuencia y con altos niveles de inflación y desempleo.
Con la esperanza que la memoria de Clemente Yerovi despierte en el corazón de los lectores ambateños de esta columna dominical, me despido, hasta el 7 de Mayo venidero, cuando haya concluido la campaña electoral de la Consulta Popular, en la que, por obligación cívica, haré conocer mi posición para evitar que se le de más poder a quien ya tiene suficiente poder.
La consulta popular le dará más poder al presidente quien podrá reorganizar, sin limitaciones, al poder judicial ecuatoriano
(artículo publicado en El Heraldo de Ambato, con circulación dominical de 12000 ejemplares)