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Mal perdedor

26/03/2021 22:21 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Si es cierto que Guillermo Lasso y Andrés Arauz están empatados, como lo estuvieron el mismo Lasso y Lenín Moreno en el 2017, será culpa del voto nulo esos pocos puntos de distancia entre el primero y el segundo que podrían permitir el regreso del populismo delincuencial al poder

Yaku Pérez es un mal perdedor. Después de lograr imponerse a una izquierda reaccionaria, anquilosada y conflictiva dentro del movimiento indígena, hoy cede su liderazgo a ese mismo sector para desconocer sus propios resultados electorales. Pérez condesciende a la facción del movimiento que es cercana al correísmo, que coincidieron en los episodios más violentos de las protestas de octubre de 2019, que se propone desconocer al próximo gobierno y que ya amenaza con perpetrarle un golpe de Estado. Lo dice claramente el manifiesto partidario a favor de la anulación del voto y que asegura que serán gobierno antes del 2025.

La votación de Yaku Pérez no es de su propiedad. Corresponde al trabajo de su organización partidaria sumada a la moderación de la imagen, propuesta y actuar de su presidenciable. Yaku Pérez abanderó los elementos de una izquierda moderna, inclusiva, de clase media, informada, universitaria y ecologista, y estuvo cerca de llegar al balotaje, como de convertirse en jefe del Estado. Pero todo empieza a tirarse por la borda.

Por cada cosa que el presidenciable indigenista hizo bien durante su campaña, la facción mariateguista de Pachakutik se puso en su contra hasta el extremo de intentar boicotear su campaña. Hoy, los frentes más moderados y pluralistas del movimiento indígena cedieron a los más radicales y puristas, logrando convencer al mejor presidenciable indígena que han tenido en décadas para que se tire al vacío e hipoteque su futuro político.

Sin Yaku Pérez o sin Xavier Hervas en las últimas presidenciales, uno de ambos hubiera encabezado el balotaje por la primera magistratura del Estado. Pero, con la presencia de ambos en la misma papeleta se redujeron las posibilidades de crecimiento de la candidatura de Andrés Arauz. Eso incomodó a los indígenas mariateguistas que hubieran preferido apoyar libremente al candidato correísta e instalar una revolución violenta en Ecuador. Pero se interpuso Pérez, compitió con una campaña muy elocuente, consiguió un voto pluralista e interclasista y reagrupó el voto indigenista, arrebatado a Pachakutik desde que los hermanos Gilmar y Lucio Gutiérrez lo captaran, pero más concretamente desde que Rafael Correa lo cooptara en la revolución ciudadana. Entregar a Pérez al purismo indígena mariateguista equivaldrá a sumirlo en la oscuridad de una caverna.  

El voto nulo es la peor apuesta de Yaku Pérez. De la misma manera que Guillermo Lasso no pudiera comprobar el fraude que denunció en 2017, Pérez tampoco fue capaz de probar lo mismo ahora. En ambos casos, ese trabajo es imposible de verificar porque podría producirse en los sistemas informáticos y no en las mesas electorales. Con actas y otros documentos, aunque fueran miles, Pérez solo consiguió demostrar inconsistencias, pero no un fraude. Y así fue como callaron a Lasso en las anteriores presidenciales y como callan a Pérez en las actuales.

Si la progresión aritmética promedio que se produce en las elecciones presidenciales desde el retorno a la democracia separa a los primeros cuatro en 5 puntos entre cada uno; y, si se empieza por el primero con 30 y se termina con el cuarto en 15, entonces, en esta elección presidencial, evaporaron 5 puntos del tercero. Siguiendo esta hipótesis, Pérez debía obtener aproximadamente el 25% y no el 19.5% de los votos. Pero eso no se prueba con actas adulteradas, sino con peritajes estadísticos y de los sistemas informáticos.

Sin Yaku Pérez o sin Xavier Hervas en las últimas presidenciales, uno de ambos hubiera encabezado el balotaje por la primera magistratura del Estado

Yaku Pérez es un mal perdedor porque no quiere aceptar esta realidad, porque no quiere reconocer que no es suficiente con imponerse con controles electorales, con protestas en las calles, con actas o con cajas de documentos.

Lo mismo pasa con el voto nulo. Yaku Pérez apuesta por una opción que se mantiene en un 8% desde 1992 frente a un ausentismo que cae, con ligeras variaciones, desde 1996 y que se encuentra en el 13%, que es el porcentaje más bajo de nuestra reciente historia democrática. Además, nunca antes se ha registrado una participación electoral del 89% de electores en un proceso electoral.

Podrá ser muy ético, pero asumir una posición favorable a quien tiene las de ganar en una elección cerrada y que procede de la época de mayor criminalización al movimiento indígena es dispararse el pie.

Si es cierto que Guillermo Lasso y Andrés Arauz están empatados, como lo estuvieron el mismo Lasso y Lenín Moreno en el 2017, será culpa del voto nulo esos pocos puntos de distancia entre el primero y el segundo que podrían permitir el regreso del populismo delincuencial al poder.

Eso no se podrá borrar del novel Yaku Pérez que quiso ser presidente y que hipotecó el país entero por un resentimiento pueril que la historia no olvidará.

@ghidalgoandrade 

 

 

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Sobre esta noticia

Autor:
Gabriel Hidalgo Andrade (382 noticias)
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