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Macarena Valarezo, ex reina y concejala de Quito durante doce años, aseguró sentir terror por los muertos de hambre. Se refirió concretamente a que alguno de esos llegue otra vez al poder
Macarena Valarezo, ex reina y concejala de Quito durante doce años, aseguró sentir terror por los muertos de hambre. Se refirió concretamente a que alguno de esos llegue otra vez al poder.
Luego se reafirmó a través de las redes sociales y pidió a sus seguidores que replicaran su versión de los hechos. El mensaje iba a acompañado de fotos donde algunos correístas disfrutaban de sus recientes comodidades materiales.
Aunque ella y muchos otros intentaron justificar sus comentarios y algunos hasta quisieron asegurar que fueron sacados de contexto, todos deberíamos rechazar esta versión de la política.
Quienes “mueren de hambre” son precisamente los más desfavorecidos de la sociedad. ¿Cómo podemos utilizar esta frase, por aceptada que fuera, como una expresión para descalificar a otros políticos? ¿De qué manera contribuye al debate de la política utilizar una expresión que las clases adineradas utilizan para referirse con desprecio sobre los más vulnerables? ¿Acaso “morir de hambre” es indigno frente los que “viven bien nutridos”?
Lo que no entendió la ex reina y ex concejala capitalina es que los pobres y los ricos son iguales ante la ley, que las sociedades se organizan en estados locales y nacionales, no solamente para cumplir con la provisión de servicios públicos, sino también para reducir las brechas de inequidad en el acceso de oportunidades a través de la redistribución de la riqueza. Valarezo no entendió que los más vulnerables deben ser protegidos por el Estado y quienes no mueren de hambre, pero igualmente son pobres, tienen derecho prioritario a acceder a servicios públicos como la salud, la educación, la vivienda y el trabajo. Ignora que un Estado moderno vuelca todos sus esfuerzos en administrar los recursos públicos para conseguir esos resultados y que los administradores de esos bienes públicos son personas como ella que han recibido el encargo, de pobres o ricos, para conseguir estos ideales políticos.
Es repugnante ver que, en lugar de disculparse públicamente, haga lo mismo que otros políticos, como el presidente Correa: que se reafirme, que asegure que no ha insultado a nadie, que ella tiene la razón, que ella no se equivoca.
Quienes tienen el poder son aquellos que llama “muertos de hambre”, no usted, Macarena, por bien alimentada que usted esté
¿Cuándo perdieron la razón los políticos? La característica fundamental de un político es la razón que emana de la sabiduría, la integridad y la prolijidad, para Erasmo de Rotterdam.
Esta expresión, luego afirmada bajo la petición de ser divulgada por sus seguidores, carece de toda forma de sabiduría, integridad y prolijidad. Al contrario, es una evidencia de incultura que es intolerable en personas que reciben un encargo representativo con sentido general.
Valarezo cometió un error por el cual debería disculparse con sus antiguos electores y actuales ciudadanos, sean de la tendencia que sean. Lo que dijo esta señora contradice toda razón, aunque haya intentado explicarse.
Estas expresiones deben ser proscritas para siempre de la política. Aunque hubiera sido dicha por los oficialistas, moderados u opositores, la ética pública es una sola, más allá de cualquier ideología.
Si doce años en el ejercicio de una concejalía no le bastaron para entender la política, desde aquí le sugerimos que la vea como una institución que consigue oportunidades para los más desfavorecidos, que son los despreciados “muertos de hambre”; que estas instituciones operan a través de personas que reciben ese encargo político a través de las urnas, a donde van a votar también los “muertos de hambre”; y que esa sesión de soberanía se llama mandato representativo porque quienes tienen el poder son esos a quienes llama como “muertos de hambre”, no usted, Macarena, por bien alimentada que usted esté.