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¿Quién dijo que el vuelco a la democracia que se experimenta sea auténtico o que la consulta popular o el diálogo sea el antídoto para la crisis de transparencia pública o de endeudamiento interno y externo?
Deja una sensación de confusión el vuelco a la democracia en Alianza País. De repente, pocos justifican el autoritarismo como en la década ganada y todos los demás se han convertido en ardientes defensores de las virtudes republicanas. Es sospechoso. Todo se trata de una doble traición a Rafael Correa. Todos lo utilizan para sus fines y él lo sabe desde que llegó. Es decepcionante.
Un presidente que deja el poder nunca dejará de ser un actor relevante, especialmente si transmitió el mando en condiciones pacíficas. A Correa le acompañará una aureola de solemnidad aunque los reparos a su periodo de gobierno sean mayores. Quienes lo abandonaron se fueron para conservar sus posiciones de privilegio mientras que quienes se quedan lo hacen para evitar perder el control de la organización política que les permite participar en elecciones.
El líder está siendo traicionado por todas partes. Al menos, quienes se fueron ya se despidieron del correismo para engrosar las filas del morenismo, pero quienes se quedaron intentan aprovecharse de la persona del ex mandatario para intentar infructuosamente mantener unida la porción que les corresponde del movimiento que se diluye entre las denuncias de corrupción y la falta de reconocimiento legal. Trajeron a Correa para hacer lo que ellos no pueden sin él y lo devolverán desgastado, agotado y derrotado. No se trata de principios, de convicciones o de coherencia; se trata de no perder el poder partidario que les permita atesorar el poder político.
Los correistas están humillando al ex presidente. Lo trajeron sin una agenda seria, sin confirmar los apoyos políticos, sin orden, concepto o finalidades
Los correistas están humillando al ex presidente. Lo trajeron sin una agenda seria, sin confirmar los apoyos políticos, sin orden, concepto o finalidades. Actúan como si siguieran sentados en el trono de la autoridad y pretenden dar órdenes como antes. Actúan como unos novatos y esperan que sus improvisaciones sean superadas por el otrora arrollador carisma de un Correa que hoy no tiene autoridad política, ni recursos públicos, ni influencia partidista. Hacer un plantón en la sede capitalina de Alianza País no quiere decir nada.
Lo correistas del aliancismo también traicionan al ex presidente, aunque se sienten a su lado en la mesa de la opinión pública. No les importa su agotamiento emocional o su decepción frente a la política, solo quieren agarrarse al poder aunque tuvieran que venderlo a sus verdugos a cambio de una bolsa de monedas. Son unos judas con su líder, bajado de las insondables alturas del Olimpo de la historia.
Que unos se queden y que otros se vayan no es una garantía de nada. ¿Quién dijo que el vuelco a la democracia que se experimenta sea auténtico o que la consulta popular o el diálogo sea el antídoto para la crisis de transparencia pública o de endeudamiento interno y externo?
¿Qué asegura la continuidad democrática con los mismos actores pero diferente corbatín?
¿Qué asegura la continuidad democrática con los mismos actores pero diferente corbatín?
@ghidalgoandrade