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Primero, el oficialismo impulsaría en estos dos años su reforma legislativa; segundo, el socialcristianismo emergería como la principal fuerza de oposición al gobierno; y tercero, el correismo quedará arrinconado al escándalo y al ostracismo
Entre 2017 y 2019, las fuerzas legislativas cambiaron pero no se modificaron los equilibrios de poder. Hasta ahora la Asamblea Nacional ha tenido tres presidentes en el presente periodo. El primero fue José Serrano, elegido con 77 votos de los cuales 74 procedían de su partido político. Los demás fueron 25 válidos y 30 abstenciones de los 137. El partido hegemónico fue Alianza PAÍS hasta que Serrano fuera destituido con 103 votos y el aliancismo se fracturara entre dos facciones enfrentadas: los morenístas y los correistas.
Con la fisura aliancista se produce una nueva elección que permite el ascenso, desde la vicepresidencia, a Elizabeth Cabezas quien ocupó la presidencia de la legislatura para el tiempo restante, mantuvo intacta la distribución de cargos legislativos, la integración del Consejo de la Administración Legislativa y la distribución de fuerzas partidarias en las comisiones legislativas como los específicos equilibrios de poder.
La operación política del gobierno del presidente Moreno tuvo la prolijidad de sustituir al titular de la presidencia legislativa por alguien afín para evitar conspiraciones, depuró a su partido político conservando solamente a los legisladores leales para cerrar filas y mantuvo sosegadas las aguas en las tempestuosas oposiciones manteniéndolas distantes de las comisiones legislativas prometidas para la siguiente legislatura.
Algo similar sucedió en la legislatura de 1992. El presidente Sixto Durán Ballén ganó las presidenciales en ese año, llegó con un pequeño bloque de apoyo, pactó con la izquierda para inmunizarse de sus antiguos copartidarios socialcristianos, consiguió el nombramiento de Carlos Vallejo de la Democracia Popular como presidente y luego deshizo su acuerdo con la izquierda para volver a los bloques conservadores bajo el arreglo de mantener a la izquierda en la dirección del Congreso Nacional y frente a las comisiones.
En 2019, hace pocos días, todo cambió, pero no los equilibrios de poder. El pleno de la Asamblea Nacional votó por un morenista
En 2017 Serrano abandonó la presidencia legislativa, pero los órganos subalternos se mantuvieron intactos como en 1992, esto desde el Consejo de la Administración Legislativa hasta las Comisiones del órgano, dando a entender que quien estorbaba era el exministro y ex hombre fuerte del gobierno de Rafael Correa y no los demás, marginándolo para siempre. Así, ya para la presidencia de Cabezas, las dos vicepresidencias y dos primeras vocalías del consejo administrativo se quedaron en manos de cuatro aliancistas, mientras que las restantes dos vocalías quedaron en manos de un socialcristiano y de un asambleísta de CREO. El aliancismo quedó en mayoría con 5 votos y la oposición en minoría con 2. Pero, leyendo entrelíneas, en realidad hubo dos aliancistas correistas, tres aliancistas morenístas y dos opositores. El morenismo podía votar con unos o con otros a conveniencia consiguiendo siempre la mayoría suficiente al momento de tomar decisiones disciplinarias como al definir la agenda legislativa. La apuesta resultó impecable.
En 2019, hace pocos días, todo cambió, pero no los equilibrios de poder. El pleno de la Asamblea Nacional votó por un morenista, César Litardo para la presidencia, un integracionista, César Solorzano para la vicepresidencia, un opositor del CREO, Patricio Donoso para la segunda vicepresidencia, dos morenístas para las primeras vocalías, y una socialcristiana como otra legisladora de CREO para las dos restantes vocalías en el Consejo de la Administración Legislativa. Así el gobierno de Moreno se asegura la gobernabilidad suficiente porque aunque no se han distribuido todavía los cargos en las Comisiones Legislativas la integración del principal órgano de la administración asamblearia expresa a los sectores hegemónicos del partidismo congresal.
Los bloques legislativos y su posible equivalente en las comisiones temáticas quedarían integradas así: el 59% o alrededor de 81 curules para el aliancismo morenista, el BIN, el BADI y CREO; el 22% o alrededor de 30 curules para el aliancismo correista y el 19% o alrededor de 26 curules para el socialcristianismo y SUMA.
En estas condiciones objetivas ¿cuáles serían los posibles escenarios en este clima legislativo? Primero, el oficialismo impulsaría en estos dos años su reforma legislativa en materia económica, administrativa, tributaria y social; segundo, el socialcristianismo emergería como la principal fuerza de oposición y de fiscalización al gobierno; y tercero, el correismo quedaría arrinconado al escándalo y al ostracismo. Lo dice la composición asamblearia.
Entre 2017 y 2019, las fuerzas legislativas cambiaron pero no se modificaron los equilibrios de poder. Hasta ahora la Asamblea Nacional ha tenido tres presidentes en el presente periodo