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Los resultados ofrecidos por las encuestadoras están claros. El primero es Moreno, los segundos son Lasso y Viteri, y el cuarto es Moncayo. ¿Cómo enfrentar el acecho del fantasma del fraude electoral?
De las ocho encuestadoras calificadas por el Consejo Nacional Electoral, tres han publicado sus pronósticos para las presidenciales de 2017 en el presente mes de enero.
Perfiles de Opinión, al 8 de enero, atribuye a Lenin Moreno de Alianza País (AP) el 35%, a Guillermo Lasso del Partido Creando Oportunidades (CREO) el 17%, a Cynthia Viteri del Partido Social Cristiano (PSC) el 14%, y a Paco Moncayo el 8%.
Market, el 20 de enero, atribuye a Moreno el 28%, a Viteri el 18%, a Lasso el 17% y a Moncayo el 13%. Mientras que Cedatos, el 23 de enero, atribuye el 34% a Moreno, el 23% a Lasso, el 11% a Viteri y el 8% a Moncayo.
Estas tres encuestadoras coinciden en posicionar a estos cuatro aspirantes como los mejor puntuados, a Moreno como el primero y a Moncayo como el cuarto. Sin embargo, la incertidumbre estaría en definir quién es el segundo. Los números de todas las encuestadoras apuntan a la celebración de una vuelta electoral de definición entre Moreno y el segundo mejor.
Market es la única en posicionar en segundo lugar a la socialcristiana Cynthia Viteri a apenas un punto de distancia de su predecesor, el banquero Guillermo Lasso, con lo cual no quedaría claro cuál de ambos disputaría el ballotage considerando la minúscula diferencia entre ambos y que el error estadístico podría cambiar los resultados.
Perfiles de Opinión y Cedatos coinciden en el cálculo de las preferencias electorales a favor del oficialista Moreno, la primera con 35% y la segunda con 34%. Lo mismo con Viteri que bordean los 13 puntos dentro del margen del error estadístico y con Moncayo, ambas con el mismo 8%.
Discrepancias entre estudios.
La primera discrepancia significativa se encuentra en la intención del voto del segundo en las preferencias. Ambas encuestadoras concuerdan en ubicar a Lasso como el segundo, pero la primera con el 17% de la intención electoral, mientras que la segunda con el 23%, a 6 puntos de distancia entre ambas opciones. Esto por fuera del margen de error estadístico.
La segunda y más importante discrepancia la propone la encuestadora Market. Según sus datos, el oficialista Lenin Moreno tendría el 28% a una distancia de 7 y 6 puntos de las otras encuestadoras.
Lo mismo podría decirse de la distancia entre candidatos. Mientras Moreno tendría para Market una distancia de 10 puntos con su principal competidora, la socialcristiana Cynthia Viteri, para las otras encuestadoras, el oficialista, tendría una distancia de 18 puntos con Guillermo Lasso según Perfiles de Opinión y, según Cedatos, una distancia de 11 puntos porcentuales.
En resumen, Perfiles de Opinión y Cedatos discrepan con 7 puntos de diferencia entre el segundo mejor ubicado en sus estudios. Además, Perfiles de Opinión calcula una distancia de 18 puntos entre el primero y el segundo, Cedatos 11 y Market 10.
¿Por qué ocurren estas discrepancias?
En este punto de la campaña, los electores indecisos de oposición están esperando a que se defina el segundo mejor candidato. Esto no quiere decir que no tengan un candidato, sino que escogerán a quien tenga más opciones de continuar la disputa en una segunda vuelta electoral. Esto es lo que se llama voto estratégico o voto útil.
La segunda y más importante discrepancia la propone la encuestadora Market
El voto útil prefiere tomar los atajos que le concede la información. Después de buscar resúmenes sobre los perfiles de los candidatos y sus propuestas en los medios de comunicación, así como los análisis más convincentes de los líderes de opinión, se decidirá por su preferido en días previos a las elecciones. El voto indeciso está precisamente concentrado en quienes pueden acceder a la información y se permiten el tiempo de conseguirla.
Eso hace que las encuestas discrepen. Todas parten de una metodología que evalúa a los candidatos, pero ninguna evalúa a los electores.
Con metodologías de levantamiento, de procesamiento y de análisis de datos distintas es posible lo que está sucediendo: que las encuestadoras arrojen resultados distintos.
Además, nada garantiza que los encuestados respondan con sinceridad a las preguntas de los encuestadores. A eso tiene que sumarse las dificultades de una empresa encuestadora que no puede trasladarse a todas partes del país.
Todas las muestras de todas las encuestadoras, aunque fueran estadísticamente representativas, no recogen la auténtica diversidad del país. Es insuficiente un estudio realizado en Quito, Guayaquil y Cuenca. En ese caso ¿cómo se pronostica en las ciudades intermedias?
Lo mismo sucede con las encuestadoras que solo abordan a los electores de las zonas urbanas, ¿esta misma muesta sirve para los sectores rurales? ¿Todas las zonas rurales votan de la misma manera? La respuesta es: no.
El fantasma del fraude.
Hay dos segundos mejores según las encuestas: Lasso y Viteri. Entre ambos hay una diferencia entre 1 y 3 puntos, según Market y Perfiles de Opinión, mientras que Cedatos asegura una distancia de 12 puntos a favor de Lasso.
Los resultados ofrecidos por las encuestadoras están claros. El primero es Moreno, los segundos son Lasso y Viteri, y el cuarto es Moncayo.
Después de la publicación de estos resultados, seguramente las preferencias cambiarán y las distancias entre quienes pueden competir se estrecharan, perjudicando a quienes tengan menos posibilidades de continuar.
El electorado indeciso que no votaría por el correísmo está esperando este tipo de información para escoger al segundo mejor. Este candidato o candidata será quien se gane su confianza, apreciado lector. Las encuestadoras han hecho su esfuerzo. Ahora, a usted le corresponde escoger según sus preferencias ideológicas, de entorno social o de decisión estratégica. Pero, en todo caso, vote. Vote por el que usted prefiera. Sumar más votos útiles y restar los votos inválidos hará retroceder el fantasma del fraude electoral que consistiría en ganar con un 20%, disfrazado de 40% gracias a los votos blancos, nulos, desperdiciados y al ausentismo.
El auténtico fraude poco tiene que ver con “los muertos que votan” sino con restar estímulos para presentarse a votar, para anular el voto o para votar por alguien que no ganaría.