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El cementerio del horror

08/06/2012 13:20 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Esta es una historia que narra la vida de tres jóvenes que viven en Estados Unidos y son atacados misteriosamente

Estaba Steve leyendo su revista, una revista algo inusual, bueno, de hecho era inusual que Steve leyera algo, es un joven de unos quince años que sólo le interesa los videojuegos y laos deportes con sus amigos. Richard y Clarece eran sus amigos más preciados de todos, pues fueron a la escuela juntos desde los tres años. Por supuesto ellos, no poseían nada muchos intereses comunes y esto en ocasiones hacía enfadar a Steve, pero sea como sea él amaba a sus dos amigos. El grupo de los tres amigos fue integrándose hasta que llegó una chica de origen latino, era una joven delgada y muy guapa, su escultural figura hacia despertar el interés en los chicos y Steve no fue la excepción. La joven chica tendría un año más que Steve.

Durante las horas de clase la señorita Smith, había empezado con la clase y los jóvenes alumnos estaban ya sentados.

–Bien chicos hoy empezaremos hablando sobre, Adolfo Hitler y su poder en la Alemania Nazi. –dijo la señora Smith.

–Eh, Steve, Steve – susurró Richard.

–¿Qué quieres, no ves que quiero prestar atención?

–Lo siento chico, no era para que te enojes.

–No hablen chicos, les van a regañar –dijo Clarece.

–Señorita Spencer.

–¿Si señorita Smith?

–¿Sabe usted quién fue Ana Frank?

–No señora Smith, no estuve prestando atención.

–Lo sé, es justo por eso que le he preguntado si sabe quien fue Ana Frank. Chicos atención gracias a la señorita Spencer, todos tendrán mañana una prueba del Diario de Ana Frank, espero lo lean, es por su bien sino aprueban este examen, pues les costará una sanción extra.

A medida que los alumnos salían de la clase, le insultaban a la pobre chica, y le empujaban o le pasaban pisando. Allí al final salieron Steve y Richard, se acercaron a Clarece y le hicieron que vaya con ellos, se disculparon por lo sucedido pero Clarece estaba muy triste y apenada como para contestar las disculpas de Richard. Cada uno caminó hasta su casa y acordaron verse al día siguiente después de la escuela en el parque.

El padre de Steve estaba sentado leyendo el periódico y no escuchó cuando Steve entró saludando. Su perro Fipply, salió a su encuentro y lamió al joven. El papá de Steve se dio la vuelta y vio a Steve tirado en suelo jugando con su precioso perro Husky. Steve se paró y saludó nuevamente a su padre, este se enojó porque Steve estuvo primero con el perro antes de saludarlo a él. Steve le dijo que sí había entrado a saludarlo pero que no le había oído. Luego subió las escaleras y su padre se volvió a sentar en el sofá a seguir leyendo.

Richard, de igual forma llegó a su casa y su madre estaba lavando los trastes y su padre estaba afuera en el jardín viendo unas rosas que había plantado. Richard llegó a su casa a toda prisa para ver si había llegado un paquete para él. Un amigo de él que era chileno, le quería enviar un regalo algo atrasado por su cumpleaños y Richard, desde luego no iba a perdérselo. Dejó su maleta escolar botada en el suelo y saludó a toda prisa a sus padres y salió nuevamente al patio al buzón y ver si habían entregado el paquete y pues en efecto el paquete estaba allí. Lo sacó del buzón y entró de nuevo a su casa con el preciado obsequio, subió a su cuarto a toda prisa y le sacó la envoltura marrón. Sus ojos no podían creer lo que veían, pues era el volumen secreto de la edición limitada de sus cómics de terror favoritos, se llamaban La hora del horror y eran unos comics que se basaban en asesinos famosos. Richard, sólo podía empezar a leer el volumen que tanto soñó y así realizar uno de sus más grandes sueños de la pubertad.

Clarece, llegó muy triste a su casa. Sus padres eran amorosos y compresivos pero su abuela Macbeth, le quería más al hermano de Clarece. Su hermano Julio, era muy extraño y amante del rock pesado, ya tenía sus dieciocho años pero para Clarece parecía un muchacho con la madurez de un niño de nueve. La joven chica, estaba en su dormitorio leyendo una historia de un columnista de la revista Dyrt, este corto relato se trataba de un grupo de chicos adolescentes que se aventuran en un cementerio alejado de la ciudad que se pierden y nunca más vuelven a salir, al parecer se trataba de un monstruo de un asesino que gozaba torturando y violando a jóvenes y niños. Clarece no era muy entusiasta con las obras de terror y esta historia le pareció absurda y muy descabellada.

–¿Cómo pueden existir personas que escriban sobre esto? –pensó.

Como sea ella dejó la revista a un lado se acostó en su cama se sacó los zapatos y los calcetines y se dispuso a dormir un poco, el cansancio de la escuela la había matado y no podía ni moverse.

Richard, se había quedado viendo el regalo de su amigo de Chile y no hizo más que guardarlo y mostrarlo a sus amigos el día siguiente. A la mañana del día siguiente Richard se frotó los ojos y vio sus juegos de video arrumados en una esquina, luego volteó y vio a su madre que entraba en el cuarto para despertarle. Richard se despertó y se levantó a bañarse, mientras que su madre preparaba el desayuno. En la escuela los tres amigos se encontraron a la misma hora como de costumbre y Steve estaba leyendo una revista. Clarece y Richard, le vieron fijamente, Steve bajó la revista y los miró fijamente.

–¿Es que acaso nunca han visto a un chico leer?

–Bueno en tu caso no, nunca te hemos visto leer –dijo Clarece.

–Pues que creen miren esto, en esta revista han salido una nota sobre un grupo de chicos que se han perdido en el cementerio a las afueras del pueblo.

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–Yo he leído lo mismo ayer en la tarde mientras estaba acostada en mi cama, pero no he leído todo.

–Debes hacerlo Clarece –dijo Richard –está muy buena, yo me la leí hoy mientras venía en el autobús escolar.

–Sí, de veras es genial esta historia.

–Hablando de eso chicos, debo contarles algo. Ayer fui a mi casa y llegó el paquete que me envío mi amigo de Chile.

Richard sacó de su maleta una caja, color marrón con un pulido precioso y después sacó el cómic que tenía dentro. Steve quedó maravillado y no se resistió a leerlo, pero la campana había sonado y debían entrar a clases, acordaron una vez más verse después de clases en el parque y conversar en el receso y en el almuerzo.

La clases habían casi terminado y era hora de almorzar, Clarece estaba sentada en una mesa y llamó a Steve y a Richard. Ellos se sentaron en la mesa y revisaron el cómic de Richard, eran unos dibujos horribles de un sujeto con una sierra eléctrica que mataba a las personas por defender su tipo de sexualidad. La historia para Clarece no tenía ni pies ni cabeza pero para Steve y Richard era una historia magnífica llena de emoción, suspenso y sangre. ¿Qué demonios sucedía con la juventud moderna tan enganchada a las conversaciones por Facebook y a sus rutinas de juegos de vídeo con violencia extrema y a todas esas horribles historias de sangre? Clarece apostó a Steve y Joseph que no existían fantasmas, ni demonios ni duendes ni alienígenas ni nada de eso que les encanta a Steve y a Richard, si ellos probaban lo contrario, Clarece les hacía las tareas por un mes, Steve y Richard aceptaron con gusto.

–Ya se, hagamos algo –dijo Steve, –como tú dices que no existen ni demonios ni fantasmas, pues harás nuestra tarea por un mes.

–Claro Steve… dime ¿cómo lo harás?

–Fácil, ¿chicos cuando fue la última vez que estuvieron el cementerio a las afueras del pueblo?

En el parque esa tarde, los tres amigos quedaron en verse a las diez en el parque y partirían al cementerio esa noche, para acampar allí. Irían al horrible lugar, con la escusa de que se reunirían para ser un proyecto de ciencias. Las horas pasaron y llegó la hora estipulada, Richard y Clarece, estaba allí pero faltaba Steve, el mismo que llegó unos minutos después.

–Creí que no llegarías Steve –dijo Richard.

–Ni hablar, ya quiero ver como Clarece me ayudará con mi tarea. –rió Steve mientras cogía su linterna.

Los tres iban juntos hasta buscando un lugar perfecto para armar la tienda y dormir allí. Así caminaron con Steve en el medio, Richard atrás y Clarece al último. De repente de las sombras, se movió una cosa muy extraña que hizo asustar a los jóvenes. No tuvieron más que por esa noche dejar las cosas como estaban y salir corriendo de ese lugar, lo que oyeron era muy horrible como para esperar una cosa así. A la mañana siguiente fueron a la escuela a buscar algo de información sobre el cementerio del pueblo, pero no encontraron nada.

–Lo ven aquí en Mane, no hay nada de espectros ni nada, ni creo que los habrá en toda Nueva Inglaterra mejor dejemos las cosas como están y hagan mi tarea por un mes– dijo Clarece.

–¿Estás loca? ¡Nunca dejaré que ganes! –exclamó Richard.

–Miren esto chicos, según este libro dice que hace mucho tiempo existió un hombre en este pueblo llamado Philip Gracer, s dice que fue un asesino muy malvado que torturó a jóvenes y ordenó los cadáveres en un rincón de su casa, los pueblerinos, lo descubrieron y lo mataron con sus propia sierra eléctrica. Luego lo enterraron el cementerio a las afueras y desde allí se oyen los ruidos de su horrible moto sierra cortando y mutilando niños que van para allá.

Esto lógicamente esto tenía menos importancia para Clarece, no le importaba en absoluto si existía o no ese fantasma. Los tres chicos salieron de la biblioteca pero decidieron pasar una noche más en el cementerio y averiguar si existía o no ese fantasma, después de eso sacarían los tres sus propias conclusiones. Por última vez se despidieron de sus padres y salieron a ver a ese “fantasma” que rondaba por ahí. Saltaron la verja del cementerio y entraron con todo silencio, la noche era de ultratumba y no habían estrellas, la niebla se pronunció en cuestión de segundos y los tres chicos encendieron sus linternas, otra vez vieron a una cosa negra que pasó por los arbustos pero esta vez no salieron de allí. Así encontraron un lugar perfecto para acampar y armaron la carpa. Sacaron sus bolsas de dormir y se acostaron.

–Será fácil –pensó Clarece mientras apagaba su linterna y se acostaba en el piso de la carpa.

Repentinamente se oyó un ruido ensordecedor como de una sierra eléctrica y los chicos se juntaron en la carpa, mientras ese ruido se hacía más fuerte, luego vieron una silueta que se acercaba a la tienda. Luego todo quedó en silencio y desapareció la silueta. Así pasaron unos cinco minutos cuando de repente salió una sierra de la nada y empezó a cortar la delgada tela de la carpa, la carpa se destrozó y se mostró la figura de un hombre alto y fuerte con la cara destrozada. Tenía sangre en sus manos y unos dientes chuecos y amarillos. No tenía una pierna, porque usaba una prótesis.

–Todos morirán, todos irán a la gloria del Señor y verán el mundo desde lo alto. –río esa cosa y sin piedad alguna hundió la sierra en el cuerpo de Richard, el joven muchacho gritó pero ese monstruo lo había cortado en dos, las sangre y sus órganos se disperso por todo el sitio, la sangre de Richard salpicó en la cara de Steve y de Clarece, sus ropas igual estaba salpicada de sangre y antes de que se den cuenta ya habían sido decapitados ambos de un solo movimiento de la mano de ese espectro que río y se ocultó en las sombras. La policía sólo tuvo tiempo de avisar a sus padres y no les quedó más remedio que declarar que los chicos murieron de un trágico accidente.


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