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Son muy contradictorios los sentimientos de aprecio que se pueden llegar generar con una mascota digamos no domestica, y la poca conciencia o el poco remordimiento al momento de alimentarnos con animales de la misma especie
El día de ayer en mi trabajo pudimos capturar un animal de monte más específicamente una guatusa, el animalito rápidamente se hizo querer de todos quienes trabajamos en el proyecto vial que estamos construyendo, como apareció al rato del almuerzo y se acerco a tratar de robar la sopa de un trabajador lo bautizamos como “sancocho” y al parecer le agrado la idea pues rápidamente respondía a este nombre cuando le ofrecíamos alimentos. Puedo afirmar no ser el único cautivado por la simpatía y gracia de esta criatura que entre travesuras y ruidos graciosos nos hizo pasar una tarde amena y ciertamente más corta en el aplastante sol de la amazonia Ecuatoriana.
Si pues, muy a gusto nos encontrábamos cuando uno de los cadeneros lanzo una frase que me hizo pensar y que motivo la realización de este articulo, “Oiga Inginiero y quien va engordar la guatusa para mandarla a la panza”, mientras yo caía en cuenta que finalmente no era nada descabellado lo que me decía aquel trabajador debido a que este tipo de animales salvajes forman parte de la dieta normal de los nativos en esta zona de la Amazonía, dos o tres trabajadores se ofrecieron para ser quienes engordarían el animal, y curiosamente eran estos los que más amigables se mostraban con la guatusa todo esto me dio vueltas en la cabeza por unas horas y más cuando a la noche conversando con una amiga a la que le comentaba que había encontrado este animal y que lo íbamos a engordar para hacer un festín; me fue reprochada esta acción, me pidió que deje libre al animal. Y aunque tengo la certeza de que no estaríamos haciendo algo malo usando a la guatusa como alimento por las razones que arriba explique, mi lado más citadino unido a toda la situación que envolvió este dilema hizo que tome la decisión de escuchar el consejo de mi amiga y dejar libre a “sancocho” en la selva de donde apareció.
Nos hizo pasar una tarde amena y ciertamente más corta en el aplastante sol de la amazonia Ecuatoriana
Los que me conocen saben que no soy precisamente un amante de los animales ni mucho menos, pero en ocasiones puedo tener destellos de racionalidad al momento de decidir, por tal motivo podría concluir diciendo que: podemos tranquilamente tener por mascota a un cerdo y comer fritada todos los domingos en belén, sin que esto nos convierta en inconsecuentes pues el aprecio por una mascota trasciende la lógica racional.
Saludos cordiales