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Emperador del rencor

26/02/2017 05:30 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Por eso se entiende que Correa compare su lucha con la Batalla de Stalingrado; porque se mira a sí mismo como un emperador eterno y porque sea quien fuera el presidente, Moreno o Lasso, será para él un usurpador de su trono a quien habrá que enfrentar

Correa sabe que nos espera una enorme crisis. Está tan seguro que habrá una profunda convulsión social e institucional porque él mismo la provocó. Su gobierno sigue endeudándose para pagar el despilfarro de una bonanza ficticia, creó una red burocrática de inspiración sectaria para proteger a corruptos y corruptores, y se aseguró la enajenación de sus adictos con un monstruoso aparato de propaganda, que persiga y estigmatice al periodismo libre, todo para hacer parecer como un milagro lo que en realidad es una estafa.  

Con esta filoso tridente que mezcla la bancarrota, a los clientes y a la enajenación, no es difícil para el presidente Correa anticiparse a saber que su modelo dará muchos problemas al gobierno que venga, sea el que fuere, y ventajas a su fabula contada en primera persona, y que pone a sí mismo como un mesías, para poder volver al espacio de poder al que solo su ego está destinado a ocupar.

En este momento, Moreno y Lasso tienen las mismas posibilidades de conseguir una victoria en la segunda vuelta electoral.  Sin embargo, a ambos les espera la peor campaña política de la historia, que el mismo presidente Correa ha bautizado como “la batalla de Stalingrado”.

La comparación es muy gráfica. Dos de los dictadores más despreciables de la historia se enfrentaron entre sí para imponer en el otro sus propósitos de expansión territorial y política. Hitler y Stalin, entre agosto de 1942 y febrero de 1943, enfrentaron a sus ejércitos para resolver la disputa entre el fascismo alemán y el comunismo soviético. La batalla es la más sangrienta que recuerde la historia de la humanidad con 2 millones de militares y civiles fallecidos.

Aún se ignora con cuál de ambos dictadores se identifica el presidente Correa. Se ignora si Correa es aficionado a Stalin a quien se le atribuye la desaparición y muerte de alrededor de 50 millones de personas, entre muertos por hambrunas, hasta persecuciones a adversarios políticos asesinados en ejecuciones extrajudiciales y torturas; o a Hitler, a quien se atribuye la muerte de 17 millones de personas en el Holocausto Judío.

Ambos, Stalin y Hitler, gobernaron por más de una década en sus países, concentraron todos los poderes del Estado, condujeron a sus sociedades al caos, la confrontación y el odio, e impusieron sus gobiernos con persecución a sus adversarios y propaganda masiva. Lo mismo que Correa, igual que ambos, al mismo tiempo, en las mismas proporciones. No hacen falta los muertos para decir que detrás de Correa se esconde un presidente con vocación antidemocrática, de abuso y despotismo.

No hacen falta los muertos para decir que detrás de Correa se esconde un presidente con vocación antidemocrática, de abuso y despotismo

Correa quiere conducir al Ecuador a una lucha fratricida para pavimentar su retorno. Su estrategia consiste en seguir sembrando el caos antidemocrático entre sus fanáticos para justificar su retorno en las circunstancias más inverosímiles. Por eso, en cada oportunidad subraya que el voto a favor de cualquier oposición es un voto inspirado en “intereses” y que el electorado que votó por su candidato es un voto de “lealtades”. Ellos son los únicos leales, los demás son traidores.

Para Correa, solo el voto por sí mismo es un voto válido. Esa interpretación justifica el apoyo del mandatario a un grupo de encapuchados que fueron a tirar latas de atún, provenientes de donaciones internacionales captadas por su gobierno, a la sede de un partido opositor. También justificaría su confesada intención de dar un golpe de Estado parlamentario.

Por eso se entiende que Correa compare su lucha con la Batalla de Stalingrado; porque se mira a sí mismo como el eterno emperador de Ecuador y porque sea quien fuera el presidente, Moreno o Lasso, elegido por votos ilegítimos según Correa, será para él un usurpador de su trono imperial a quien habrá que enfrentar.

Inmediatamente después de asegurarse que su mayoría asamblearia responda a sus órdenes y que bloqueen toda forma de fiscalización a su gobierno, Correa volverá para convertirse en el principal opositor al gobierno en funciones, incluyendo al de Moreno si llegara a ser presidente.

Con esto se aseguraría que se viabilice la profunda crisis social que viene fraguando, que se disuelvan los poderes del Estado y que se anticipen las elecciones para entonces volver a ser candidato. Por eso compara su lucha con la batalla entre fascistas y comunistas, porque se trata de una disputa demencial, de odios, de expansión y de fanatismos en la que no importan las ideologías, las víctimas o la paz social. Lo único que importa es el poder.

Como a Hitler o Stalin, a Correa lo único que le importa es mandar y oprimir. Lo único que le importa es el poder por el poder.    


Sobre esta noticia

Autor:
Gabriel Hidalgo Andrade (384 noticias)
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Opinión
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