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Caretucos

01/06/2018 22:40 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Lo que hace esta caterva de violadores de derechos humanos en contra del doctor Trujillo, de la institucionalidad transitoria y del pueblo ecuatoriano es lo único que aprendieron a hacer los vividores de la década ganada

El presidente del cuestionado Consejo de la Judicatura se presentó ante el Consejo de Participación Transitorio. Después de una breve intervención se rehusó a sentarse en su lugar y a respetar a la institución que lo citó a comparecer. Inesperadamente, levantó la voz a las autoridades que lo escuchaban, se escuchó un chillido y se fue, como si eso fuera posible en una audiencia pública. Nadie lo detuvo. Salió como llegó, custodiado por la misma caterva.

El incidente fue un recordatorio de lo que sucedía todos los días durante la década ganada, dominada por insolencias, arrebatos y rabietas del todopoderoso dueño del universo. Era natural tolerar que los propietarios de la democracia afrentaran libremente a estudiantes, encerraran a ciudadanos al paso de sus caravanas, injuriaran públicamente a cualquier persona, y que la ley no aplicara para ellos. Para ellos y ellas, revolucionarios y revolucionarias, el error no existía.

Pero siempre hubo quien los justificara. Hoy ya no son más, no son todos, ni son millones como cantaban embriagados de prepotencia. Ahora son menos, muchos menos. Les gana la vergüenza, la cobardía, la nimiedad. Y de estos, quedan unos pocos que todavía se atreven a defender la década de abusos, corrupción, despilfarro y prepotencia. Son los mismos que aplaudían cuando los todopoderosos exigían ganar elecciones a los ciudadanos críticos para poder opinar, son los que celebraban cuando el prepotente rompía periódicos y denigraba en señal abierta y horario familiar a quien no aceptara sus dogmas fundamentalistas. Son los mismos que ven una refinería en un terraplén que costó nivelar más de 2 mil millones de dólares. Son los mismos que vivieron de la década del despilfarro. Son los mismos que torcieron la mirada cuando los revolucionarios más audaces se llevaron el país a sus bolsillos.

¿Pero hoy los mismos amantes del totalitarismo revolucionario ahora llaman de la misma manera lo que no les gusta? ¿Tiene eso algo de sentido?

Para estos defensores de la estupidez es correcto dar órdenes a los jueces durante las sabatinas, pero es abusivo que una autoridad evaluadora pida a un funcionario público evaluado que ocupe su lugar y que respete las formalidades. Para estos es normal que un secretario jurídico de un presidente llame a los jueces para conseguir sentencias, que se negocien las glosas de la Contraloría o que se las use para chantajear los opositores, que los secretarios de Estado amenacen a los periodistas, sindicalistas, agremiados o a ciudadanos sin ningún poder político para conseguir su obediencia y anulación. Es por la patria, dirán. Es por el proceso, por el proyecto, por la revolución. Es la patria de todos, gritaban, pero que para éstos se justificaba en los mismos principios que durante el siglo XX el nacionalismo socialista adoptó en Europa para mancharse las manos de sangre y que se replican hoy en Venezuela y en Nicaragua con el mismo membrete, en pleno siglo XXI. Pero para ellos los fascistas son otros.  

Son los mismos que aplaudieron escandalosamente cuando la presidente de la Asamblea llamó literalmente "a comer mierda" a los ricos

Son los mismos que aplaudieron escandalosamente cuando la presidente de la Asamblea llamó literalmente "a comer mierda"a los ricos, pero que no dijeron nada cuando la misma legisladora compró una mansión ricachona y pasó a ser una coprófaga. Son los mismos que calificaron como indolentes a quienes se opusieron a que el dinero destinado para la reconstrucción de Esmeraldas y Manabí se destine a la campaña electoral de febrero de 2017, como luego se comprobó que sucedió. Son los mismos que critican al Consejo Transitorio cuyo mandato proviene de una consulta popular y sus autoridades del acuerdo político entre los poderes representativos del Estado, pero que no dijeron nada cuando su supremo presidente nombró a sus secretarios personales como los custodios de las elecciones y de las investigaciones penales de los criminales que asaltaron el Estado, algunos de ellos ahora prófugos.  

Son los mismos que se hincharon de las ínfulas de su patrón e insultaron, acosaron y agredieron durante toda su década totalitaria. Eran intocables. Nadie podía ni regresarlos a mirar. Son los que defienden el montaje del 30S y que pronto tendrán que pagar por las muertes que allí ocurrieron, por los políticas y militares perseguidos, por el secuestro a los opositores políticos, por los sanguinarios operativos de guerra durante las protestas ciudadanas, por la intervención extrajudicial a las comunicaciones de periodistas, adversarios políticos, críticos y ciudadanos. Pronto tendrán que dar cuentas a una justicia ciudadana estos que antes eran los altísimos y que de esos cielos cayeron para estrellarse en sus miserias al perder el poder.     

Lo que hace esta caterva de violadores de derechos humanos en contra del doctor Trujillo, de la institucionalidad transitoria y del pueblo ecuatoriano es lo único que aprendieron a hacer los vividores de la década ganada. Su respuesta siempre es una sola: insultar. Esa es la herencia del correismo. Es la triste vida del caretuco.   

@ghidalgoandrade

 


Sobre esta noticia

Autor:
Gabriel Hidalgo Andrade (384 noticias)
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Tipo:
Opinión
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