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Los romanos escribían en sus sepulturas la inscripción “caro data vermibus”, que significa literalmente “carne dada a los gusanos”. De ahí viene la expresión “cadáver”. Así calificó Yaku Pérez a su saboteador y ex copartidario, Jaime Vargas
Jaime Vargas, el presidente prorrogado de la CONAIE, ofreció su apoyo político al presidenciable correísta Andrés Arauz. Dijo que su respaldo estaba acompañado de los pueblos y nacionalidades indígenas. Pocos días después, el brazo político de la organización indígena, el Movimiento de Unidad Pluricultural Pachakutik (MUPP), lo expulsó de sus filas. Así, Vargas, el líder de las facciones más violentas durante el intento de golpe de Estado de octubre de 2019, se quedó solo. Ahora habla a título personal. Ni la CONAIE, que no tiene presidente, ni el MUPP, ni los pueblos y nacionalidades siguen a Vargas.
El llamado Octubre Negro, tuvo muchos frentes. Algunos pluralistas, populares y democráticos, y otros abiertamente terroristas. Vargas lideró algunos de estos últimos. Eso lo catapultó en las elecciones internas para escoger el candidato a la presidencia de la República por las organizaciones indígenas, votación que ganó ampliamente Yaku Pérez. En el movimiento indígena se impuso un dirigente de talante democrático precisamente porque esa ha sido siempre la vocación del indigenismo: la movilización pacífica, pluralista, multicultural y liberal.
Desde entonces, Vargas no dejó de boicotear, primero el nombramiento, como después la campaña, de Yaku Pérez. Así, el presidenciable del indigenismo tuvo varios adversarios en la misma escena electoral en la que se incluyó el sabotaje de Vargas. Pero aun con todas estas dificultades, Pérez empató con Guillermo Lasso en el segundo lugar. Entonces, el amplísimo apoyo conseguido por Pérez es un atributo de él mismo, como del sostén orgánico del MUPP y de la CONAIE. Vargas es solo un presidente prorrogado que se aferra a su puesto.
Por eso Jaime Vargas apoyó a Andrés Arauz a título personal, desesperado por no quedarse solo y como parte de una maniobra para inclinar la balanza a favor del sucesor de Rafael Correa en la sierra central y sierra sur. En estas provincias, el ex presidente Correa y su anterior partido Alianza País gozaron de un gran apoyo. En las elecciones de 2009, 2013 y 2017 consiguieron votaciones que impulsaron a Correa a la presidencia, como a sus candidatos locales a ocupar muchas curules. Pero en estas elecciones de 2021 los resultados fueron muy distintos.
Al graficar las votaciones en el mapa del Ecuador se puede notar que Andrés Arauz consigue su abultado 32% de votos en las provincias de la Costa, mientras que Yaku Pérez consiguió triunfar en las demás provincias del país, salvo en 3 de estas.
Estos resultados demuestran que el actual balotaje expresa un escenario muy parecido al de las presidenciales de 1998. En la ocasión compitieron dos actores marcadamente polarizados: el heredero del populismo autoritario de Abdalá Bucaram, Álvaro Noboa, y el candidato del consenso de la derecha democristiana y socialcristiana, Jamil Mahuad. En estas elecciones de 2021, Andrés Arauz participa por los primeros y Guillermo Lasso por los segundos. Además, como Andrés Arauz, Álvaro Noboa también fue parte del Banco Central, pero éste en condición de delegado del presidente Bucaram ante la Junta Bancaria, así como ambos provienen de familias acaudaladas de clases privilegiadas.
En 1998, Mahuad se impuso en el balotaje con el 51.17% de los votos frente a Álvaro Noboa que consiguió el 48.83%, a 2.3% de distancia. De idéntica manera, en este momento, las encuestas hablan de un virtual empate técnico.
Desde entonces, Vargas no dejó de boicotear, primero el nombramiento, como después la campaña, de Yaku Pérez
En estas presidenciales de 2021, el desafío para la campaña de Guillermo Lasso consiste en imponerse en la misma Sierra centro y Sierra sur como se impuso Jamil Mahuad en 1998. Esa es precisamente la preocupación de lo estrategas de Andrés Arauz, que Lasso dialogue con los electores de estas provincias en el idioma del comercio, del libre emprendimiento, de las oportunidades de trabajo y no tanto de bonificaciones estatales. Lasso es experto en estos temas porque procede del sector de las finanzas, mientras que Arauz es ineficaz en esta área, aunque balbucea un enredado discurso sobre políticas públicas que a un emprendedor serrano de clase media no le interesa escuchar.
Por eso Arauz está desesperado por conectar con el gran electorado de la Sierra, porque sabe que no será suficiente con maniobrar los votos en Manabí o Esmeraldas. Arauz y sus estrategas saben que, si Lasso arrasa especialmente en Pichincha, Azuay, Tungurahua, Chimborazo y Loja, que suman el 80% del voto serrano, y crece proporcionalmente en la Costa, repetirá el triunfo de Mahuad de 1998. Por eso estas elecciones las definirá la Región Sierra del país.
Ahora se entiende mejor por qué Arauz se juntó con Vargas, para decir que la CONAIE, el movimiento indígena o la Sierra lo apoyan. Pero eso es una mentira. Vargas habla desde la ultratumba.
Los romanos escribían en sus sepulturas la inscripción “caro data vermibus”, que significa literalmente “carne dada a los gusanos”. De ahí viene la expresión “cadáver”.
Así calificó Yaku Pérez a su saboteador y ex copartidario, Jaime Vargas. Le dijo que es un “cadáver político” o que es un cuerpo inerte que se abandonó al festín de los gusanos del correísmo.
Vargas ha muerto políticamente y no hay quien llore en su ausencia.
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