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Cuando alguien se atrevía a preguntar, ¿Cómo te las ingenias para lograr que las chicas se ilusionen por ti? Orgullosamente respondía: «Simplemente, miro fijamente sus ojos»
Cuando el mundo entero se prepara para celebrar este 14 de febrero, el día de San Valentín, patrono del amor, he decidido compartir con todos ustedes mis experiencias sentimentales de aquellos años infantiles cuando era centro de envidia en la barriada.
Tenía la dicha de cambiar de novias como si fuesen calcetines. De manera que era una réplica en miniatura de Don Juan Tenorio, ya que disfrutaba alardear de mis cualidades de excelente seductor.
Era una especie de cleptómano que había convertido mi cartera era un minúsculo álbum de fotos femeninas, estratégia que utilizaba con el objeto de impulsar mi carrera de auténtico galán ante los ojos saltones y las barbillas chorreadas de los muchachos.
Todas las mañanas me despertaba somnoliento para ir a la escuela y penosamente debía mostrar mi aspecto de mapache. Muchas veces pensando en mis conquistas me quedaba dormido en plena clase y la maestra golpeando una regla de metal contra mi pupitre decía. –¡Bienvenido al planeta Tierra! ¿Cómo están los habitantes de la luna? –Y el salón entero se llenaba de odiosas carcajadas.
Una tarde vi la chica más hermosa que haya podido existir y desde ese día me convertí en una víctima más de las travesuras del infalible Cupido, quien esa vez solo contaba con una flecha, pero prometiendo que regresaría con un nuevo cargamento y el infame no cumplió su palabra, mientras mi corazón se desangraba cada vez que ella pasaba, haciendo que la sangre se agolpara de manera vergonzosa en mi rostro.
Mi amor por esa niña me obligó a tomar la drástica decisión de romper seriamente con las relaciones amorosas que mantenía con: Marilyn Monroe, Audrey Hepburn, Rita Hayworth, Elizabeth Taylor...
Desde temprana edad siempre escuché la frase que decía, «En la guerra y el amor todo se vale» y comprendí que soñar formaba parte de esas condiciones.
En esta sublime fecha vaya a todos los sempiternos enamorados un caluroso abrazo de este fiel amigo.
«¡Feliz día del Amor y la Amistad a todos los habitantes de este maravilloso universo!»
Autor: Alfredo Pirela Velásquez